Lirio (Original) [One-shot]

por Sayuri Furumiya Vie Ene 14, 2011 9:09 am

Título del fic: Lirio
Fandom: Original
Pareja: Miguel&Mónica
Resumen: Los pétalos del lirio guardan un secreto tras de su sencilla pero adorable presencia, comunicando por última vez a dos enamorados...
Advertencias: Uhmmm... tal vez un poco de confusión entre la fantasia y la realidad, aunque no creo~ La leyenda no es real, o eso supongo e_eU
Beteado por: Chechuus/Pow/como-sea-que-se-llame-en-otro-foro
Número de palabras: 707
Comentarios: Este escrito lo hice para mi clase de expresión oral y escrita y aparte lo utilicé para el concurso 'Detrás de una leyenda' en el foro cemzoo. Es la historia que más me ha gustado de todas las que he escrito, tiene un no-sé-qué que me agrado a pesar de que lo hice a la carrera xD Espero les guste Smile

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La lluvia caía incesante llegando incluso a parecerse a una tempestad. Miré hacia el nublado cielo tan negro como el color de mi corazón, incluso de mi alma; todo desde que ella se fue.

Caminé, teniendo en cuenta que ya era tarde y pronto comenzaría a oscurecer. El sendero que me conducía a ese pequeño cementerio era un tanto estrecho y vericueto, volviéndose lodoso por el agua que el cielo lloraba.

El rojo de las rosas que descansaban en mis brazos no podía ser comparado con el hermoso tono que surgía en sus mejillas cuando le decía que la amaba.

Sin notarlo, llegué hasta la tumba de ella que, extrañamente, estaba impregnada de un exquisito olor a lirio: la flor favorita de mí amada en vida. Le busque con la mirada, sentía su presencia tan fuerte que creí poder verla.

Mayor fue mi sorpresa al encontrarla junto a mí, ataviada con un hermoso vestido blanco, se veía en realidad hermosa. Pero, ¿cómo es que…?

—Hola, Miguel. —pronunció, en un tono tan dulce que provocó un estremecimiento en mí cuerpo, llenando de esperanza a mi frágil corazón.
—M-Mónica… —tartamudeé sin poder evitarlo, menos aún cuando ella se agachó a mi lado.
—¿Son para mí? —preguntó por las flores. No alcanzaba a entender el porqué de su indiferencia ante el tiempo que había pasado.
—Esto… sí —respondí aún en estado de shock, entregándoselas—. Mónica…
—¡Están muy lindas! —exclamó interrumpiéndome, con un brillo inusual en su mirada azulada.
—¡Mónica, escúchame! —grité desesperado. Inicialmente, ella miró hacía un punto perdido del lugar, sin decir absolutamente nada.

Finalmente, se levantó sin dejar de mirarme, pero con la misma serenidad que de principio se caracterizó en sus ojos. Imité su acción, sin inmutar en lo más mínimo sus facciones.

Pasaron una largos minutos, tan garrafales como una eternidad. Me sentí perdido en aquellas lagunas, lánguido ante su incomparable belleza. Pero, igualmente confundido por su presencia cuando yo mismo la vi morir en mis brazos.

Una sonrisa se formó en sus labios, mientras que se acercaba a mí. Una descarga eléctrica me paralizó en el momento en que sus labios rozaron los míos. La besé con exquisita calma, disfrutando su sabor, queriendo que ese instante nunca acabara, pero no me fue posible.

—Miguel, debes de olvidarme… —Sentí como mi mejilla era acariciada por su mano de terciopelo cuando rompió nuestro contacto—, sé feliz con alguien más. —finalizó, echando a correr.

Tarde sólo un par de segundos en reaccionar y la seguí. Ya no entendía absolutamente nada, ¿en verdad era ella? Lo que siento, lo que está pasando, ¿era real?

Estiré mi brazo, con la esperanza de alcanzarla, al menos de detenerla. Entonces, sentí mi cuerpo caer en un agujero, tan profundo como un pozo, tan oscuro como la noche misma.

Desperté con mi corazón latiendo a todo galope, temblando. Una fina capa de sudor cubría mi cuerpo. Miré a todos lados, mareado, confundido.

Ordené aquellos pensamientos que me acosaban. Hasta ese momento lo intuí: sólo había sido un sueño o mejor dicho, una pesadilla. Respiré profundamente, sonriendo de una forma un tanto mitómana. Ella estaba muerta, no había vuelta atrás, aunque yo añoraba que la hubiese. Nunca a nadie podré volver a entregarle mi corazón.

Con el fin de volver a dormir, tomé un vaso con jugo. Sin embargo, una suave melodía llegó hasta mis oídos. Me levanté y seguí ese sonido, escuchándolo con mucha atención. Llegué hasta la ventana, donde un pétalo de lirio descansaba en el marco; estaba marchito.

Una lágrima acudió a mis enrojecidos ojos, culminando en un fuerte llanto. Mi cuerpo temblaba a cada sollozo, mi mente divagaba en las palabras que habían surgido de sus labios el día de nuestra primera cita…

—El lirio es una flor hermosa, puede crecer prácticamente en cualquier lugar. Hay una hermosa creencia de que si encuentras un pétalo marchito sin explicación alguna, significa que es momento de dejar nacer a otra igual —La chica miró divertida la cara de su novio—. Para que me entiendas, si tú amas a alguien que después te ha sido arrebatada por la muerte, ella puede mandar desde donde quiera que este un pétalo así, con el fin de recordarte que tú sigues vivo— finalizó, sonriendo.