Las Cuatro Plumas [Prólogo: 13/07]

Desde muy pequeños, Naruto, Sasuke, Shikamaru y Kiba jugaron y pelearon juntos. Los cuatro, hijos de antiguos compañeros de la élite de los ninjas de Konoha.
Minato Namikaze, el mismísimo Hokage, uno de los ninjas más temidos a lo largo de todo el mundo; Fuhaku Uchiha, Capitán de las fuerzas militares de la villa (ANBU); Shikaku Nara, miembro del Consejo de Konoha y Capitán de inteligencia militar; Isamu Inuzuka, miembro también del Consejo y Prefecto de la Unidad de animales ninja.

Los chicos crecieron bajo la doctrina ninja, influenciados también por sus padres, a quienes no podían hacer otra cosa que admirar profundamente.

El Cuarto Hokage había dispuesto que la academia ninja durase hasta los dieciocho años, para que los alumnos pudieran aprender más sobre todas las ramas del ninjutsu.
Desde que los jóvenes aprobasen el examen de gennin —aproximadamente a los doce años— combinaban la educación en la academia con algunas misiones que un Comité de jounins seleccionaba para ellos.
La dificultad de las misiones iba aumentando progresivamente, además que el Comité se aseguraba de que cada estudiante realizara diferentes tipos de misión, y de que todos hubieran colaborado con todos en al menos un par de ocasiones. De este modo se aseguraban de poner a prueba las distintas capacidades de los gennins, y comprobaban con quién o quiénes se compenetraba mejor cada uno, antes de asignarles compañeros definitivos.

A partir de los dieciséis años, quienes habiendo estudiado y practicado varias disciplinas tuvieran clara su vocación, sólo tenían que informar al Comité de jounins. El Comité enviaba a un especialista en aquello que el gennin hubiera escogido para evaluar si verdaderamente tenía cualidades para ello.
Si era así, ese alumno era inmediatamente convocado a un examen para convertirse en chunnin. Examen que era siempre individual y se celebraba de improviso, en cualquier momento un miembro del Comité de jounins podía “asaltar” al aspirante y llevarlo a un lugar secreto a realizar el examen. El lugar seguía siendo secreto, ya que rara vez lo habían repetido. En el bosque, en la academia, en el puente, sobre el propio río, en una de las salas de entrenamiento de la sede de los ANBU, tras la cascada, sobre los rostros de los cuatro Hokages, a veces fuera de la villa… Incluso se decía que a algunos aspirantes los habían examinado allí mismo, donde los encontraran, como si era en su propia casa.
Todos los alumnos debían tomar su decisión antes de graduarse finalmente en la academia a los dieciocho años, ya que quien no tuviera el rango de chunnin no podía graduarse.

Desde que tenía apenas ocho años, Sasuke Uchiha se vanagloriaba que él sería el primero en convertirse en chunnin. En cuanto tuviera dieciséis años se plantaría ante el Comité, apenas diría unas palabras más que “Doujutsu” y se largaría a prepararse hasta que apareciera su examinador.
Era obvio, siendo portador del sharingan, y con su propio hermano como miembro del Comité, que tuviera las cosas tan claras.
Sin embargo, la sorpresa llegó un 28 de marzo. Sin haberlo comentado siquiera con sus compañeros, el día en que Sakura Haruno cumplió los dieciséis años llegó tarde a su fiesta de cumpleaños por presentarse ante el Comité. Explicó que quería aprender las técnicas de precisión de chakra, algo que le permitiría controlar un gran nivel de fuerza y a la vez le ayudaría en las labores de ninja médico, algo en lo que estaba muy decidida.
El Comité aceptó, pero no contaba con un especialista así, por lo que acudió al Hokage. Minato se lo encomendó como favor personal a su propia madre, seguramente la mejor en lo que se refiere al control del chakra. Tras evaluar a Sakura, Tsunade decidió que estaba preparada y poco tiempo después, Sakura se convirtió en la primera chunnin de su promoción.
Desde que ocurrió eso, Sasuke prácticamente dejó de hablar a Sakura.

A lo largo del siguiente año, todos escogieron sus especialidades y se convirtieron en chunnins.
Todos, menos Naruto.

…


En el despacho del Hokage...


—Si no necesita nada más, Hokage-sama… —se excusaba el ayudante del Yondaime tras entregarle unos informes en su despacho.

—No Hayate, gracias. Puedes marcharte. —el aludido hizo una pequeña reverencia y se retiró. Cuando Hayate abrió la puerta para salir, Minato pudo distinguir una forma tambaleante al otro lado.

—¡¡NARUTO!!

—¡Mierda! ¡Me ha visto!

—¿Cómo no te voy a ver? ¡Si además te llevo esperando toda la mañana!

—Agh. —resopló entrando al despacho y dejándose caer en la silla que había frente al escritorio. Para él, ésa era “la silla de los regaños”.

—Esto —dijo Minato, levantando un informe — es un reporte de la academia.

—¿En serio? —echándose hacia delante. —¿Y habla de mí?

—Ya lo creo que habla de ti. —lanzó el informe sobre el escritorio y apoyó la espalda sobre el enorme respaldo de su sillón. Su hijo rebuscó entre las páginas, hasta que localizó su nombre.

—“Excelente aptitud de combate” —leía orgulloso Naruto —“Gran capacidad para improvisar estrategias acordes con su sistema de pelea…”

—No tan rápido. —interrumpió Minato, haciendo que Naruto comenzara a deshincharse. Le quitó el informe de las mano, avanzó hasta la última página, y se lo volvió a poner delante a su hijo, señalando uno de los últimos párrafos. —Lee ahí.

—“Naruto Uzumaki es el único miembro de su promoción que aún tiene rango de gennin. De continuar esta situación, pese a sus habilidades no podrá graduarse.” — agachó un poco la mirada. — Ah…

—Ah. —repitió en tono burlón. Tomó de nuevo el informe y lo colocó en su lugar, haciendo honor al gran sentido de la organización que lo caracterizaba. — Hace ya un mes que cumpliste los diecisiete años, en menos de un año terminarás la academia. Pero si no haces el examen de chunnin antes, ¡te quedarás como gennin toda tu vida! ¿Es eso lo que quieres?

—Agh… —se revolvió nerviosamente el pelo con ambas manos —No, claro que no…

—¿Entonces? Creía que te habías decidido por la manipulación de chakra para técnicas ofensivas.

—Sí… —murmuró vagamente.

—¿Qué te pasa, Naruto? Ya lo habías hablado con nosotros, el Comité incluso tiene decidido a tu examinador. Pero no les has dicho una palabra, ni de tu especialidad ni de tus objetivos. A efectos prácticos, nadie sabe aún si deseas ser médico, profesor, ANBU, …

—Sabes que quiero llegar al cuerpo de élite, papá —interrumpió muy serio Naruto. Realmente sólo le llamaba “papá” cuando quería que supiera que estaba hablando en serio. —Quiero hacer misiones, y quiero que tengas que sentarte tú en esta silla cuando vengas a verme. —dijo, con una gran sonrisa. Minato suspiró ansioso.

—¿Y por qué no vas ante el Comité? Ve, ahora mismo si hace falta. Realmente eres uno de los mejores ninjas de la academia, superarás el examen sin demasiados problemas.

—Es que…

—¿”Es que”? Es que, ¿qué?

—¡No quiero cerrarme puertas! Quizá más adelante quisiera cambiar, y explorar otras técnicas…

—Pero podrías hacerlo, ¡ya lo sabes! Esto es parte de vuestro entrenamiento hacia la madurez como ninjas, si después quieres hacer otras cosas, adelante, nunca está de más ser versátil.

—No es tan fácil… Tú, mamá, ero-sennin, los tíos Fugaku, Shikaku e Isamu, Iruka-sensei… todos, mantuvieron una línea constante, y llevan haciendo prácticamente lo mismo durante toda su vida. No digo que esté mal, pero… creo que eso no es para mí.

—De verdad, no sé qué más decirte Naruto… A veces parece que sólo hay una cosa que tengas clara en la vida.

—¿Y acaso eso es malo? —rió Naruto.


CONTINUARÁ