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Sakura en el tren de las pesadillas

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Mensaje por FLorALegría Sáb Jul 23, 2011 1:21 pm

Prólogo



Era un día soleado y despejado. La clase de tercer grado esperaba atentamente a que su compañera empezara a hablar. En el pizarrón estaba escrito en letra imprenta: “Mi sueño”.
La niña de cabellos rosados y ojos verdes subió las hojas de carpeta que sostenía hasta que éstas estuvieran a la altura de sus ojos.
Y empezó a leer.
—Yo tengo un sueño: Deseo un mundo donde todos seamos felices y nos ayudemos unos a otros, donde podamos decir lo que queramos, y que la gente lo respete, un mundo donde la opinión de la gente importe más que las decisiones de los egoístas que nos gobiernan. Sé que falta mucho para ese futuro, pero confío en que podré iniciarlo poco a poco. Confío en que somos capaces de cambiar el mundo. Ese es mi sueño más grande y que más deseo ver hecho realidad. Sé que la gente es vaga y mala, pero sé que también puede ser muy buena, es por eso que confío en que se puede iniciar un cambio, con, por lo menos, estas simples palabras.

FLorALegría
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Sakura en el tren de las pesadillas Empty Re: Sakura en el tren de las pesadillas

Mensaje por FLorALegría Sáb Jul 23, 2011 1:24 pm

¡Yo sólo quería dormir!


Sólo somos los espectadores de una mala película. Pudiendo cambiarla, modificarla, mejorarla, sólo nos quedamos mirando de brazos cruzados, esperando que del cielo caiga el milagro, que los días cambien sólo con quererlo, y sabemos que eso no pasará, por eso son más decepcionantes nuestras acciones, por eso damos más lástima. Somos egoístas y sólo pensamos en nuestro mundo, y no en cambiar el de los demás. No hacemos nada, pero yo sigo teniendo esperanza en que cambiaremos estos días de tormenta. Creo en que mañana saldrá el sol y sonreiremos; recorriendo el camino lleno de piedras, las saltaré para luego encontrar lo que deseo. Es lo mismo que hizo Alicia para poder alcanzar al conejo. Si todos tuviéramos la determinación de ella…


Soy lo suficientemente inteligente como para afirmar con toda certeza que no existen los fantasmas, la magia, los poderes, el karma, etc.; soy lo suficientemente inteligente como para decir que un roedor no es capaz de meterse a tu casa para sacarte los dientes y luego darte dinero, puede que influya el hecho de que vi a mi mamá hacerlo a mis cinco años, pero aun así me parece algo elemental. Aunque les digo esto no soy buena en la escuela, lo cual ya sé que significa que no soy tan inteligente como les digo. Soy más bien ese tipo de personas que prefieren pasarse el tiempo en el mundo de la relajación y por simple pereza no hace los deberes ni estudia para las pruebas la mayoría de las veces. Mi mamá, Hikary, no le presta atención a mis notas ni a mi boletín, así que no tengo a nadie diciéndome lo que debo hacer (en ese sentido, si me dicen que mi madre no es muy buena en su trabajo, se los acepto).
Mis padres están separados desde que tengo memoria, y la verdad es que me importa poco y nada que Hikary ande tratando fallidamente de conseguir pareja. Los tres vivimos en el mismo país pero muy lejos, debo tomarme un tren y estar en él varias horas, luego tomarme el colectivo, y por último caminar un largo rato para llegar a lo de mi papá, Shitsu. Y, la verdad, no es que tenga muchas ganas de ver a un hombre que cree que diversión es ir a correr.
Pero, aún así, estaba viajando para pasar unos míseros quince días con Shitsu, cuando podría estar haciendo lo que más me gusta: nada. Bueno, ¿qué se le va a hacer?
“Debes pasar tiempo con tu padre”, para mí esa frase es igual a: “Debes irte por un rato ya que necesito un descanso de ti”. Auch, ¿no?
Da igual, aunque me queje tendré que ir con él. No es que lo odie, es mi papá, pero él es tan… ¿Cómo decirlo? Activo. Y yo soy más bien de las personas vagas que quieren tranquilidad y pensar acerca de las cosas importantes.
¿Quién diría que tranquilidad sería lo último que tendría?
Tomo el tren tranquilamente, como siempre, y me doy cuenta que soy la única persona que se sube en él. Raro, ¿no? Bueno, es mejor para mí ya que de seguro encontraré un asiento vacío en el que sentarme. Las puertas se cierran automáticamente, tan rápidamente que el impacto me asusta, tan rápidamente que el viento hace que mis cabellos rosados se alboroten un poco.
Todos los asientos están vacíos, así que me siento en el más cercano, ignorando que en este tren hay puertas asesinas (si hubiera tardado un segundo más en pasar al interior del tren ahora sería un sándwich). Respiro hondo y me dispongo a tomarme una siesta muy, muy larga.
Y entonces el tren empieza a moverse como un cohete, las ventanas abiertas ayudan a que el fuerte viento entre. Mi cabello se alborota totalmente porque tuve la brillante idea de sentarme junto a la ventana.
Hasta este momento esta historia parece tratar de una chica que se sube a un tren conducido por un alcohólico… Bueno, me encantaría que ese fuera el caso.
Se me ocurre la fantástica idea de pararme e ir a buscar al pepinillo que está conduciendo el tren y justo cuando me paro este se detiene de golpe y yo me caigo al suelo al igual que mi maleta. Si mis padres vivieran más cerca y no hicieran todo lo posible para no toparse, mi vida sería más fácil. Me paro rápidamente, tomo mi maleta y me dirijo hacia el frente, esperando que de alguna manera, tal vez gracias a la suerte, sea capaz de ir hacia donde sea que esté el conductor. Entonces se me viene a la cabeza que puede que alguien haya secuestrado el tren… Claro que no.
Toco la puerta que conecta los dos cubículos y todas las ventanas se cierran de golpe. ¿Las ventanas también son automáticas? ¿Desde cuándo? Los vidrios de las ventanas son de un color totalmente negro, como si alguien quisiera que por nada del mundo se pudiera ver al exterior. Me digo que debo dejar de distraerme por cualquier cosa y abro la puerta y no me encuentro con lo que esperaba.
Un salón enorme de esos que aparecen en las películas, cuando el protagonista adinerado decide hacerse una fiesta de etiqueta, de esas en las que uno piensa que cómo es posible que exista una persona que pueda pagar los preparativos para tal evento. El piso rechina de limpio, hay gente bailando con vestidos de gala, unas cuantas arañas iluminan el lugar y algunos se voltean a ver a la apestosa que acaba de entrar.
Yo aún me encuentro del otro lado del umbral, y como todo esto va más allá de mi entendimiento, me digo a mi misma que debo cerrar la bendita puerta antes de sufrir más los efectos de las miradas perforadoras de los adultos escrutadores. La puerta parece estar trabada, la agarro con las dos manos, pero nada. Y entonces siento que alguien me empuja desde atrás para que entre. Paso el umbral junto a mi valija y me caigo al suelo, me doy media vuelta pero lo único que veo es una sólida pared amarillenta.
¿Y la puerta? Juraría que ahí mismo había una puerta de color blanco.
Ni un segundo en paz me dejan, así que una tipa vestida de sirvienta (así como aparecen en la antigüedad) me agarra el brazo y me arrastra hasta llegar a una cocina donde hay gente corriendo de acá para allá.
— ¿Quién eres?—me pregunta, aunque me digo que yo tendría que preguntar quién es la persona que me secuestra.
—Sakura—respondo, algo aturdida.
— ¿Sabes cuánto nos ha costado preparar todo esto como para que tú lo arruines?—me dice la tipa, como si yo tuviera idea de lo que está sucediendo.
—Eh… ¿No?—contesto, diciendo la verdad pero cuestionándome si era lo correcto.
— ¿De qué sección eres?—me pregunta una chica rubia, bonita, de unos veinte, igualita a la que me sostenía del brazo bruscamente.
Gemelas. Veo a mi alrededor. Trillizas, cuatrillizas, quintillizas, sextillizas, octillizas. Son más de veinte. ¿Era posible que una sola mujer albergara tanta gente en su interior durante nueve meses o que tuviese tantas hijas y todas igualitas? ¿Eran clones, resultado de la ciencia?
Abro mis ojos tanto que siento que se me van a salir. Muchos de ustedes deben estar diciendo: “Tendrías que haberte sorprendido en el momento en el que encontraste al tren convertido en salón de ricachón”. Bueno, recién estoy asimilando todo. Digo, ¿qué harían ustedes? Yo personalmente no estoy acostumbrada a este tipo de cosas así que no sé mucho, por lo que se aceptan comentarios, críticas y demás. Por favor, ayúdenme.
—Son muchas—susurro, diciendo algo totalmente obvio.
La chica rubia número uno, la que me arrastró hacia este lugar, me mira confundida.
—Eres nueva, ¿no?—me pregunta. Yo no entiendo nada—. Sí, lo eres.
Yo no entiendo nada.
La número uno, es decir, la chica que me sacó del salón, suspira.
—Supongo que te llevaré yo—me dice, y algo me dice a mí que ella preferiría no hacerlo.
Me agarra del brazo y me guía, sin ninguna oposición de mi parte, hacia fuera de la cocina, hacia una biblioteca del siglo veintiuno; después sigue caminando, abre una puerta, la del otro lado de la biblioteca; ahora estoy en un set de filmación, y veo a…
— ¿Ésa no es Jennifer Lopez?—pregunto, sin poderlo creer.
La rubia asiente.
Quiero quedarme más tiempo y ver a alguien que no creí poder ver jamás en mi vida, pero la rubia me arrastra hacia otra habitación. Debería sorprenderme más por el hecho de pasar de una escena extraña a otra en lugar de ver a JLO, pero estoy tan aturdida que es lo único que me parece más o menos casi lógico.
Ahora estamos en un laberinto (con paredes de piedra y suelo de tierra), la rubia sabe por dónde debe ir, yo sólo procuro no separarme de ella. Caminamos un buen rato, en el cual yo no musito palabra, y al final del laberinto nos encontramos una puerta blanca que la chica abre; cuando paso el umbral despreocupadamente, caigo al agua y escucho cómo la puerta se cierra sola. El agua me llega hasta el cuello, puedo hacer pie. Miro a mis espaldas y veo la puerta elevada en la nada, sostenida por nada, ilógicamente flotando en el aire. Hay gente jugando al waterpolo, parecen divertirse. Unos minutos después, en un momento determinado, la tipa se hunde debajo del agua y me hunde para que la imite. Veo que el suelo es un sólido vidrio, a través del cual veo una oficina, la veo desde el piso, como si estuviera en el subsuelo mirando hacia arriba. Hay una puerta blanca en el suelo de vidrio, la cual la chica abre y luego pasa el umbral. Me sorprende que el agua no fuese absorbida por el agujero, como si se le sacara el tapón al fondo de la bañera. No pienso más en ese tema y la imito y me doy cuenta de que, en lugar de bajar, siento que estoy subiendo, como si saliera de un pozo.
Ahora me encuentro sacando mis pies del agua, como si los sacara de un pequeño estanque. El mundo dio un giro de ciento ochenta grados, literalmente. Hay velas que sobresalen de las paredes e iluminan todo el lugar de un tono amarillento y apacible. Es una oficina antigua, bonita, organizada, pulcra; los muebles son de madera lustrada; el suelo también hecho del producto derivado de los troncos de los árboles.
La chica me espera toda mojada, parada tranquilamente.
Cada vez entiendo menos.
Todo esto desafía mi sentido de lógica. Estoy segura de que no es un sueño, y eso es lo que me angustia. Puede que nunca vuelva a mi casa, estoy… No sé dónde estoy. ¿Ahora ven por qué prefería la historia del alcohólico? ¿Aún no? Bueno, entonces sigo con mi relato.
La chica le habla a una señora sentada detrás de un gran escritorio de madera, le explica que ha llegado alguien nuevo mientras que me pongo de pie. Esta mujer es delgada, rubia con el cabello hasta los hombros, uñas largas, ojos celestes. Está vestida de oficina, tiene los codos sobre la mesa y las manos sosteniéndole la cara. Me mira de abajo a arriba y me sonríe.
— ¿Cuál es tu nombre?—me pregunta suavemente.
—S-Sakura—respondo algo dubitativa.
La señora asiente un par de veces, abre un cajón de su escritorio y saca una pequeña hoja de papel blanco, de esas que siempre veo a mi mamá utilizar cuando me imprime los trabajos que debo entregar para el instituto. Me la ofrece junto con una lapicera. Yo doy unos cuantos pasos al frente y los tomo.
—Escribe tu nombre completo y tu edad actual, en letra pequeña y en el margen izquierdo—me ordena tiernamente.
No dudo en hacerlo ni un segundo y empiezo a escribir. Lo hago sobre el suelo ya que no quiero mojar el escritorio de la señora. No puedo evitar mojar un poco el papel con los dedos.
“Haruno Sakura. Dieciséis”.
Cuando termino, me paro y le devuelvo la hoja y la lapicera. La mujer los agarra con delicadeza, pone la lapicera sobre su escritorio, luego dobla la hoja que le di a la mitad y después la despliega. Y empieza a leer en voz alta:
—Haruno Sakura. Dieciséis—empieza a leer y sigue leyendo en voz baja, de manera indescifrable, como si hubiera algo más que leer—… Higiene.
¿Eh?
—Entiendo—dijo la chica rubia mientras que asentía.
¿Entender qué? Dijo higiene, no tiene sentido ya que estoy segura de que no escribí nada acerca de higiene. ¿Era un dialecto del Tren Demente que parece Desafiar Todas las Leyes de la Física?
Además yo soy una tarada, ¿por qué le di mi nombre y mi edad a alguien totalmente desconocido? No hice ninguna pregunta de esas que se tendrían que considerar obvias: ¿Dónde estoy? ¿Quién eres? No, al parecer mis neuronas no fueron lo suficientemente entrenadas como para lograr decirme que eso era lo que debía hacer.
Abro la boca con la intención de empezar el interrogatorio, pero antes de que lograra pronunciar la primera sílaba de la primera palabra de la primera pregunta la rubia número uno me agarra del brazo y me tira al estanque de agua que hay pasando el umbral de la puerta del suelo.
Nado hacia arriba, que técnicamente, considerando la gravedad que estaba utilizando en la oficina, sería abajo… Bueno, sé que cuando salgo me encuentro en la piscina techada en la que unos tipos estaban jugando al waterpolo. Unos segundos después veo salir a la rubia, he dicho que es rubia tantas veces que creo que nunca se lo van a poder olvidar.
La chica me agarra de la muñeca y empieza a guiarme hacia no sé qué lugar. Yo me deshago de su mano lo mejor que puedo y me pongo en la tarea, por fin, de hacer las benditas preguntas.
—Dime dónde estoy—le digo. Ok, no es una pregunta, pero por lo menos ahora podrán saber un poco acerca de este Tren Demente que parece Desafiar Todas las Leyes de la Física.
—No.
Ok, no podrán saber ni un poco acerca de este Tren Demente que parece Desafiar Todas las Leyes de la Física (o TDDTLF desde ahora).
—Por favor—agrego con una sonrisa nerviosa, recordando que no había dicho esa palabra antes y que podría ser mi salvación.
La rubia suspira.
—Lo siento, pero ahora estamos en algo muy importante y debo regresar a ayudar. Además yo no me encargo de guiar a los nuevos.
—Pe…
—Perdón—repite.
Soy débil, sé que tengo que seguir insistiendo, pero la rubia tiene una cara de pobrecita…
— ¿Cómo te llamas?—le pregunto (ahora ya no me tendré que referirme a ella como rubia. De nada).
—Rubia—me contesta.
No es mi culpa que ese sea su nombre.


Última edición por FLorALegría el Dom Jul 24, 2011 1:40 pm, editado 1 vez
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Mensaje por FLorALegría Dom Jul 24, 2011 1:33 pm

Okey C; Este es un fanfic que se me ocurrió sin el objetivo de ser uno, es decir, un día me puse a escribir acerca de una chica atrapada en un tren, y terminó en una historia que luego decidí adaptar y publicar Wink La historia y los personajes originales salieron todos de mi cabeza, pero después quise adaptarlo a lo qe es NAruto, es por eso qe notarán qe las personalidad puede qe no encajen completamente. Esta historia aun no esta terminada voy por el capítulo 9, pero si hay coments voy a seguir subiendola aca, como pareja narusaku y tambien en otras parejas qe me gusten. LALALALALALALALAALALAL no se qe mas poneer xD ahh, sí, hoy fui al AnimefFriends de Argentina :D estuvooo muy bueno, vi a kaya y a m.o.v.e RE buenooooooooooooooooooooooooooo



COMENTEEEN Y SIGOOOOO
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