{PREMIACIONES} ღ El Hilo Rojo del Destino | FESTIVAL ღ

Título: Siempre.

Todos esperaban en la plaza de la aldea a que Minato por fin hiciera acto de presencia, enseguida sus compañeros y amigos le hicieron burla ya que tenía que llevar como compañera de viaje a la chica Uzumaki; Minato no le molestaba ni tampoco le agradaba llevarla ya que esa chica era demasiado challada para su gusto. Pero sus padres eran amigos, y como un Namikaze se atrevería de desafiar las ordenes de su padre.

Kushina, el nombre de chica de ardiente cabello rojo, que no por nada la apodaban “la sangrienta habanero” un apodo que Minato le había puesto, pero que ella misma se había forjado. Todos los chicos y chicas le temían pero aun así la ´peli roja era muy tímida, cuando todos se le quedan mirando.

Cuando llegaron a la playa, todos salieron disparados en distintas direcciones, solo Minato espero como todo un caballero a que Kushina bajara ya cambiada del autobús en donde iban viajando, pero gran sorpresa se llevó cuando al voltear, vio a Kushina con su traje de dos piezas puesto de color azul con una flor naranja al costado izquierdo y el sol reflejándose en su cabellera.

“Que hermosa, estas Kushina” – fue lo único que salió de la asombrada boca semi abierta del rubio.

“Gracias” – fue lo único que se le ocurrió decir a la chica ya que nunca en su vida le habían hecho algún cumplido sobre su aspecto general.

“Al contrario para mí es un placer, aparte tu cabello es tan rojo, como la lava y a la vez tan cálida como el fuego en persona, y tu cabello bajo el sol de verano se ve más espectacular que de costumbre”- todas esas palabras hicieron que tanto Minato como Kushina se sonrojaran, aunque la chica se le noto todavía más que al rubio ya que su color de piel blanca no le ayudaban mucho.

Caminaron tranquilamente por la playa, comieron helado de limón con fresa juntos, se sentaron bajo una sombrilla para protegerse del sol. Tras un par de horas se metieron un rato al mar, jugaron un rato también nadaron e hicieron un poco de buceo.

Ya apunto de atardecer, Minato le pregunto si quería ir a pasear en la playa otra vez, enseguida acepto y se fueron a pasear, caminaron unos minutos sin decir nada hasta que la chica no pudo más y le hablo.

“¿Por qué decidiste traerme a mí, si podías haber traído a Mikoto?” – le pregunto directamente y sin titubear.

“Porque no quise, yo quería traerte a ti, solamente” – le contesto Minato.

“¿Por qué?” – pregunto sin poder entender nada.

“Una sola respuesta para eso, porque te amo” – le confeso.

Lo único que hiso la chica fue cerrar los ojos y mover la cabeza de un lado a otro, como señal de desaprobación o negación – “Tú no puedes quererme a mi” – repetía una y otra vez.

“Te amo” – le susurro en el oído para después atraerla tomándola de la cintura y juntando sus labios en un beso, que se dio justo cuando al horizonte el sol toco el mar y se fundieron ambos en los tonos naranjas – “Y siempre te amare hasta que la muerte nos separe”

“Entonces los declaro marido y mujer, Señor Minato puede besar ahora a su esposa la Señora Kushina” – le dijo el sacerdote que los unió en matrimonio.

Ambos se miraron a los ojos, como siempre lo hacían y se volvieron a besar como aquella vez en esa playa, como si el año pasado en el verano jamás se hubiera acabo.

FIN

Título: Imagina.

—Ne, Minato —se escuchó una voz apacible entre la tranquilidad del lugar y el silencio del momento—, ¿sabes por qué me gusta tanto esta puesta de sol? —una pequeña risa acompañó a esa pregunta dicha por la pelirroja, sin darle tiempo a hablar al otro respondió—, porque puedo estar todo el rato a tu lado —parecieran poesía esas palabras, palabras demasiado románticas por parte de Kushina dirían algunos, pero completamente sinceras afirmaría ella sin dudarlo. Una de las cosas más hermosas que hacían todos los veranos era ver juntos la puesta de sol y también era una de las cosas que la apaciguaban más.

Ver como todos los colores mezclados juntos se iban dispersando en el cielo que se tornaba azul oscuro lentamente, para luego dar paso a la noche y que el más hermoso manto de estrellas los cubriera... simplemente era algo que realmente tranquilizaba a cualquiera y Kushina no era ninguna excepción. No se extrañaba cuando decían que el verano era una de las épocas más hermosas del año, porque para ella era así.

No, no había palabra que describiera el resplandor y elegancia del verano. De esa brisa con el extraño olor a playa que le llegaba a Kushina en ocasiones que estaba con Minato paseando y disfrutando los pequeños momentos, el calor entremezclado con esa misma brisa arropando su cuerpo, que puede que a muchos les desagrade, pero tanto para Minato como para Kushina es de las mejores cosas del verano.

Parecía mentira, que ella llevaba esperando muchísimo tiempo para poder disfrutar de algo tan sencillo como esa puesta de sol. Un suspiro tranquilo del rubio la trajo de nuevo a la realidad, lamentablemente todas las cosas buenas terminan y esa puesta de sol no era la excepción, así que tenía que aprovechar y disfrutar el momento al máximo.

Ella apoyó su cabeza en el hombro de él, tan firme y desprendiendo ese inequívoco aroma a él.
Dejándose llevar por el momento, entrelazó sus dedos juntando sus manos, permitiéndose el lujo de cerrar los ojos y dejarse llevar por ese indescriptible momento.

—Kushina... te amo —simples palabras que parecían fáciles, pero al rubio en ocasiones le costaba decir. Ella, simplemente se limitó a sonreír ante la afirmación. Y corresponder con unas simples palabras.

—Yo también, Minato —después de decir eso alejó su cabeza del hombro para admirar a los azulados orbes del rubio y depositar un casto beso en sus labios. Un tenue sonrojo acudió a sus mejillas después de hacer eso, pero le quitó importancia al asunto.
El beso fue casto, propio de un verano como ese. Tenía un aroma embriagante, apasionado y sumamente tierno. Sus dos personalidades chocaban en ese beso, la tranquilidad de él y el carácter -que en esa puesta de sol pareció perder- de ella. Amaban el verano.

¡Tantas cosas que quieren y van a hacer en verano!
¿Por dónde comenzarían? ¿Por los paseos en la playa? ¿Las noches mirando las estrellas? ¿La caza de mosquitos que entraran dentro de su casa? ¿Los largos paseos? Pues...

[center]Imagina.

Título: ¿Por qué?

¿Por qué? Kushina no lo entendía... ¡Seguro! La culpa era de la primavera.

Los árboles y flores florecían, los pájaros piaban alegres, y Minato, Minato sonreía más alegre que nunca.

Ah, la primavera... pasar noches y noches observando los cielos estrellados junto a Minato, intentando lograr divisar alguna de las constelaciones, porque juraría que sin la ayuda de Minato que le guiaba, no lo lograría.

Caminar por caminos que parecen no tener fin, mientras un mando de rosados cerezos le rodeaban y algún que otro pétalo iba cayendo por el camino.
Mirar con alegría todo a tu alrededor, ¿tanta alegría produce la primavera? Alegría, impulsividad, romanticismo y sentimientos a flor de piel. Esas podrían ser las perfectas características que Kushina diría para referirse a la primavera.

Aún podía recordar aquel día que comenzó a llover tan fuerte, Abril. Aquella tarde las nubes poco a poco iban cubriendo el cielo mientras se iban difuminando en el cielo suaves tonos pastel y recordaba cómo se terminó sincerando con Minato, mojada y bajo el intenso chaparrón. Ese fue un punto que marcó su relación. Primavera, cómo no.

No sabía por qué, pero todo lo que tenía que ver con la primavera indirectamente también tenía que ver con Minato. Mirara lo que mirara, todo le recordaba él, ¿enamorada quizás?

Pero, volviendo a la situación en la que Kushina en esos momentos se encontraba y sacándola de sus pensamientos…
Demonios, qué poco le gustaba hacer eso, pero parecía ya finalizar.

—Kushina, ¿bailaremos de nuevo algún día? —dijo, Minato, soltando la mano de la pelirroja, con quien acababa, ni más ni menos, de bailar. Era curioso, porque Kushina no tenía idea de cómo bailar, pero también era entretenido, porque poco a poco aprendía a pesar de algún que otro pisotón, aparte de que era hermosa haciendo cosas como esas. Sí, el hokage tenía tiempo para perder en cosas tan simples pero tan bellas. Y es que, la primavera altera a todos y nos hace hacer cosas que no esperábamos.

—Siempre que tú lo quieras —resignación mezclada con timidez en esas palabras. No es que no le gustara, simplemente es que no sabía cómo habían llegado a esa situación. Pero la alegría que esa estación del año transmitía por unos momentos le contagió y se dejó llevar.

Minato le sonrió ante sus palabras, a Kushina le era imposible decir que no y más teniendo en cuenta su alegre sonrisa.

Sonríe para ella, sus suaves manos alcanzan su rostro, regalándole una caricia, delineando sus mejillas, para luego depositar un beso en sus labios.

Kushina maldijo mentalmente la primavera, esa estación, tan viva y con tantos colores... hacía que Minato luciera más lindo de lo normal al sonreír. Se dijo así misma que eso no eran más que tonterías y otras cosas.

Y es que cuando era primavera Kushina no podía evitar negarse lo lindo que era y lucía Minato. Porque Minato superaba la belleza de la primavera misma, ¿no es así Kushina?

Porque sin saberlo te estás enamorando cada vez más.