Ironía -Yaoi (?)- Original
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Ironía -Yaoi (?)- Original
Este es un oneshot que escribí para el cumpleaños de una amiga xD que le gustaba la temática un poco enrrollada que tomé. Es un relato autoconclusivo, es decir, no posee una continuación.
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El frío traspasaba la ventana cerrada, aunque Adán sabía muy bien que, en realidad, el frío provenía de su interior. Era un detalle menor, después de todo, para alguien que está por morir esas cosas son completamente estúpidas.
La noche lo cubría todo con su manto de tinieblas, y aunque el interior de su pequeña habitación era confortable y cómodo, con la chimenea encendida y las alfombras de piel, para Adán era lo mismo que estar fuera, sólo y desnudo debajo de la lluvia.
A sus noventa y cinco años, el pulso le temblaba pero su mano continuaba acérrima en la tarea de escribir. Sabía que el tiempo se le terminaba, y él no quería morir sin antes haber contado su historia.
Mojó su pluma en el tintero, suspendiendo unos momentos la tinta sobre el papel antes de comenzar a escribir.
“No escribo esto con la esperanza de que alguien lo lea y se asombre de mis “hazañas”. No. Lo escribo porque siento que es lo que me falta hacer para poder irme sin tener nada que lamentar”
Un leve golpeteo en su ventana le hizo levantar su canosa pero aún con bastante cabello, cabeza. Sus ojos cafés y opacos no encontraron nada de lo que produjo el ruido, pero aún así, sabía que en esos momentos no estaba sólo a pesar de que su vista no podía captar nada.
“No me arrepiento de nada, a pesar de que muchos me condenen por ser un asesino. No los culpo. Maté para poder sobrevivir, y en eso no soy nada diferente a nadie. Si se trata de vivir, uno es capaz de todo. Hasta de lo que nunca se vio capaz de hacer”
Se detuvo nuevamente, con sus ojos ciegos fijos en la hoja.
- Mis últimas palabras y sólo estoy tratando de justificar algo sin importancia.- murmuró con su voz rasposa, hablando sólo pero sabiendo que en realidad hablaba para alguien.
Escuchó un leve sonido ahogado, como la risa oculta y burlona de alguien que se hallaba inmerso en el llanto.
“Maté a muchas personas, dejé a mujeres sin sus esposos, a hombres sin sus amantes, a hijos sin padres y a padres sin hijos, y nunca se removió en mi interior un solo sentimiento de compasión o lástima. Los maté con una sonrisa, y supongo que era eso lo que le atrajo de mí en un principio”
Se llevó una mano a la boca, tosiendo y notando como el característico y metálico sabor de la sangre se dejaba sentir en su garganta.
“Para alguien como yo, encontrar a alguien como él fue de pura casualidad. O al menos eso es lo que yo quiero y me empeño en creer. El destino es sólo una bonita fantasía que tenemos para justificar algo que en sí, no tiene más coherencia que el mero hecho de que sucedió. Hay cosas que es mejor no pensar al respecto, porque sino uno termina abriendo una caja de pandora que, a la larga, lo terminará matando. Aunque, al fin y al cabo, la vida sin riesgos, sin conocimientos, es sólo mugre gris y podrida. La mía lo es, aunque haya quien que se empeña en decir que es todo lo contrario”
Sus labios resecos se curvaron en una media sonrisa, percibiendo con su olfato agudizado, el leve aroma que siempre le había llenado su ser desde que podía recordar. Incluso de niño.
“Las calles no son el lugar ideal para que alguien “viva” si es que la existencia en ellas se puede llamar de esa manera. No sólo por los peligros que todos suponen, drogas, enfermedades, hambre, frío…Soledad. Aunque sea de débiles, reconoceré que me encantaba pasar por las noches frente a las ventanas de las personas que tenían un “hogar” Los miraba, los observaba, me imaginaba en el lugar de ese padre, de ese hijo mayor o del abuelo, dependiendo de la edad en que yo estuviera en ese instante, dentro de mi mente. Siempre elegí (cuando podía) a aquellas personas que envidiaba. Lo hacía para acallar los instintos, de esos que te tiran a querer hacer las cosas bien. Pero para alguien como yo, nunca hay un principio para “hacer las cosas bien” y tiene que conformarse con continuar con su mera existencia de alguna manera.”
Pasó sus manos por el papel, cuidando de no manchar el papel con la tinta fresca. Dejó de lado esa hoja, tomando la siguiente mientras todavía sentía esa risa ahogada en llanto.
“Lo conocí en el parque. A él, al monstruo que, sin embargo, era más humano que yo o que cualquiera de las personas que se pueden enorgullecer de ser “normales”. Su nombre es Lucius, y en estos momentos me acompaña en mis últimos minutos. Quizás debería ser yo un poco más romántico, y exhortarlo a que me abrace, o me bese como cuando era yo más joven, pero eso sería ser hipócrita. Porque no quiero que me bese ni que me abrace. A estas horas, en estos momentos, lo que menos necesito es algo que me orille a querer quedarme. Lucius es un vampiro, yo soy un mortal, y lo nuestro no es una historia cursi de amor, porque el amor en el mundo no existe”.
-Mentira.- le llegó a los oídos el susurro ahogado, pero Adán lo ignoró. No estaba tan sobrado de tiempo como para gastarlo en tratar de discutir algo en la que él no tenía ninguna fundamentación para sostenerse.
“Recuerdo con claridad su cabello grisáceo, sus ojos grises y su sonrisa de pura maldad. No me interesé por él hasta que lo tuve prácticamente sobre mí, acorralándome contra el húmedo césped. Yo había cumplido otro encargo, y en esos momentos me enorgullecía de poder decir que esa noche comería algo caliente. No lo vi venir, como si fuera una tempestad repentina y furibunda. Mis manos se aferraron a las suyas, que agarraban mi cuello con tanta fuerza que sentí a mis huesos quejarse con un susurro ahogado y advirtiendo que se quebrarían en nada. Le miré directamente a los ojos, y esa, supongo, fue su perdición porque su agarre se hizo menos fuerte, y sus manos temblaron contra mi piel. Recuerdo su jadeo sediento, su aliento a sangre, a muerte, golpearme el olfato y los sentidos. Me di cuenta enseguida. No sólo él había caído, sino que yo también.”
-Agradece a los ojos que tienes de seguir vivo.- Dijeron en su oído, y Adán sólo sonrió con ironía. Sabiendo la mentira que tenían esas palabras.
“Lucius es un vampiro que deshonra el nombre de esas criaturas sedientas de sangre. No es uno de los hijos de Lucifer, no es un humano convertido, sino que es un vampiro que ya existe por el mero hecho de una desgracia. O de algo sin explicación. Ni él mismo sabe por qué existe, y esa es otra similitud que tenemos”
Volvió a sumergir su pluma en el tintero, casi volcándolo debido al temblor de sus manos.
“Siempre me arrepentí de haberme interesado en él. No de manera sentimental, sino carnal. Lo busqué porque su olor se quedó clavado en mis sentidos, su piel quemaba mi cuello, sus ojos relampagueaban en mi mente nada más cerrar los ojos. Lucius destruyó todo en mí, o más bien, construyó nuevas cosas, porque a partir de ese intento de asesinarme en el parque, siguió persiguiéndome, pero esta vez de una manera muy diferente. Él siempre dijo que yo era el compañero que él buscó desde que nació, cuando el tiempo no era tiempo y Dios aún no había empezado a reinar. Y yo simplemente me reía en su cara, porque yo no soy el compañero de nadie más que de mí mismo. Soy egoísta, y reconozco que lo utilicé para sobrevivir.”
Adán volvió a parar, sintiendo como le acariciaban el cabello.
“O al menos eso es lo que siempre le he dicho. Ahora mismo, lo único que me arrepiento es el de haber dejado de irrumpiera en mi “vida”. Porque por su culpa, no puedo morirme de una vez como siempre quise y me veo en la necesidad de escribir esto. Se lo dejaré, para que vea que es lo que pasaba por mi mente el día en que finalmente, este demonio vuelve al infierno. Pero esta vez, el de verdad.”
-Yo creo que más bien que te irás al purgatorio… por un tiempo.- le susurraron una vez más, pero Adán lo ignoró nuevamente.
Se levantó, ya sin ganas de seguir escribiendo. No había contado nada en realidad, y sólo se dedicó a dar sus últimas palabras pesimistas a ese mundo podrido que al fin podía abandonar de manera orgullosa. Porque el suicidio nunca formó parte de su repertorio de acciones, mucho menos desde que su vida era importante para alguien.
Dejó que le guiaran hasta su cama, recostándose con cuidado en ella, mirando sin ver al techo.
Escenas de su vida pasaron frente a sus ojos, de su vida después de haber encontrado a Lucius y de los momentos que vivieron juntos. Era un cliché de películas malas, que el protagonista recuerde momentos de su vida y se largue a llorar o se haga más fuerte, pero él lo único que hizo fue dedicarse a ver eso con un sentimiento vacío que le sorprendió de cierta manera. La muerte era algo a lo que se había asimilado desde que era niño.
-¿No crees que todo esto es irónico?- preguntó Lucius mientras se sentaba al borde del escritorio que contenía los escritos de Adán.- Morir el mismo día de tu cumpleaños…
-¿Irónico? Yo lo veo como el final perfecto. Morir el mismo día y la misma hora que el día en que nací. Es un final romántico para alguien como yo.- murmuró, cerrando sus ojos cafés y opacos. Muertos.- De lo único que me arrepiento es de haberte conocido.
Lucius sonrió, acercándose a la cama y besando la fría frente de Adán con sus labios aún más helados.
-Yo también te amo, Adán.- contestó, separándose y sonriendo ante lo que su compañero, su amante, esa persona que se había convertido en su todo no había podido decirle porque si no, no se sentiría con la suficiente fuerza como para partir.
El cuerpo que tantas noches de pasión había conocido con él, comenzó a cambiar, como si fuera una última burla inconsciente de su amante. Y Lucius no pudo más que llorar ante el hecho de volver a ver a su pareja tal cual la había conocido setenta años atrás. Alto, delgado, con la piel pálida y los labios rosados. El cabello rojo sangre pero mucho más carmín que cualquiera de esas sustancias. Sólo lamentó no poder ver sus ojos, porque los párpados estaban cerrados.
Pero Lucius se aferró como última esperanza de un desgraciado, a que Adán volvería a él, independientemente del tiempo, porque era lo que siempre habían hecho.
Uno esperar y amar. El otro querer huir sólo para volver.
Un juego eterno entre vampiro, demonio, y un humano desterrado del cielo que sólo buscaba algo que nunca podía encontrar.
La noche lo cubría todo con su manto de tinieblas, y aunque el interior de su pequeña habitación era confortable y cómodo, con la chimenea encendida y las alfombras de piel, para Adán era lo mismo que estar fuera, sólo y desnudo debajo de la lluvia.
A sus noventa y cinco años, el pulso le temblaba pero su mano continuaba acérrima en la tarea de escribir. Sabía que el tiempo se le terminaba, y él no quería morir sin antes haber contado su historia.
Mojó su pluma en el tintero, suspendiendo unos momentos la tinta sobre el papel antes de comenzar a escribir.
“No escribo esto con la esperanza de que alguien lo lea y se asombre de mis “hazañas”. No. Lo escribo porque siento que es lo que me falta hacer para poder irme sin tener nada que lamentar”
Un leve golpeteo en su ventana le hizo levantar su canosa pero aún con bastante cabello, cabeza. Sus ojos cafés y opacos no encontraron nada de lo que produjo el ruido, pero aún así, sabía que en esos momentos no estaba sólo a pesar de que su vista no podía captar nada.
“No me arrepiento de nada, a pesar de que muchos me condenen por ser un asesino. No los culpo. Maté para poder sobrevivir, y en eso no soy nada diferente a nadie. Si se trata de vivir, uno es capaz de todo. Hasta de lo que nunca se vio capaz de hacer”
Se detuvo nuevamente, con sus ojos ciegos fijos en la hoja.
- Mis últimas palabras y sólo estoy tratando de justificar algo sin importancia.- murmuró con su voz rasposa, hablando sólo pero sabiendo que en realidad hablaba para alguien.
Escuchó un leve sonido ahogado, como la risa oculta y burlona de alguien que se hallaba inmerso en el llanto.
“Maté a muchas personas, dejé a mujeres sin sus esposos, a hombres sin sus amantes, a hijos sin padres y a padres sin hijos, y nunca se removió en mi interior un solo sentimiento de compasión o lástima. Los maté con una sonrisa, y supongo que era eso lo que le atrajo de mí en un principio”
Se llevó una mano a la boca, tosiendo y notando como el característico y metálico sabor de la sangre se dejaba sentir en su garganta.
“Para alguien como yo, encontrar a alguien como él fue de pura casualidad. O al menos eso es lo que yo quiero y me empeño en creer. El destino es sólo una bonita fantasía que tenemos para justificar algo que en sí, no tiene más coherencia que el mero hecho de que sucedió. Hay cosas que es mejor no pensar al respecto, porque sino uno termina abriendo una caja de pandora que, a la larga, lo terminará matando. Aunque, al fin y al cabo, la vida sin riesgos, sin conocimientos, es sólo mugre gris y podrida. La mía lo es, aunque haya quien que se empeña en decir que es todo lo contrario”
Sus labios resecos se curvaron en una media sonrisa, percibiendo con su olfato agudizado, el leve aroma que siempre le había llenado su ser desde que podía recordar. Incluso de niño.
“Las calles no son el lugar ideal para que alguien “viva” si es que la existencia en ellas se puede llamar de esa manera. No sólo por los peligros que todos suponen, drogas, enfermedades, hambre, frío…Soledad. Aunque sea de débiles, reconoceré que me encantaba pasar por las noches frente a las ventanas de las personas que tenían un “hogar” Los miraba, los observaba, me imaginaba en el lugar de ese padre, de ese hijo mayor o del abuelo, dependiendo de la edad en que yo estuviera en ese instante, dentro de mi mente. Siempre elegí (cuando podía) a aquellas personas que envidiaba. Lo hacía para acallar los instintos, de esos que te tiran a querer hacer las cosas bien. Pero para alguien como yo, nunca hay un principio para “hacer las cosas bien” y tiene que conformarse con continuar con su mera existencia de alguna manera.”
Pasó sus manos por el papel, cuidando de no manchar el papel con la tinta fresca. Dejó de lado esa hoja, tomando la siguiente mientras todavía sentía esa risa ahogada en llanto.
“Lo conocí en el parque. A él, al monstruo que, sin embargo, era más humano que yo o que cualquiera de las personas que se pueden enorgullecer de ser “normales”. Su nombre es Lucius, y en estos momentos me acompaña en mis últimos minutos. Quizás debería ser yo un poco más romántico, y exhortarlo a que me abrace, o me bese como cuando era yo más joven, pero eso sería ser hipócrita. Porque no quiero que me bese ni que me abrace. A estas horas, en estos momentos, lo que menos necesito es algo que me orille a querer quedarme. Lucius es un vampiro, yo soy un mortal, y lo nuestro no es una historia cursi de amor, porque el amor en el mundo no existe”.
-Mentira.- le llegó a los oídos el susurro ahogado, pero Adán lo ignoró. No estaba tan sobrado de tiempo como para gastarlo en tratar de discutir algo en la que él no tenía ninguna fundamentación para sostenerse.
“Recuerdo con claridad su cabello grisáceo, sus ojos grises y su sonrisa de pura maldad. No me interesé por él hasta que lo tuve prácticamente sobre mí, acorralándome contra el húmedo césped. Yo había cumplido otro encargo, y en esos momentos me enorgullecía de poder decir que esa noche comería algo caliente. No lo vi venir, como si fuera una tempestad repentina y furibunda. Mis manos se aferraron a las suyas, que agarraban mi cuello con tanta fuerza que sentí a mis huesos quejarse con un susurro ahogado y advirtiendo que se quebrarían en nada. Le miré directamente a los ojos, y esa, supongo, fue su perdición porque su agarre se hizo menos fuerte, y sus manos temblaron contra mi piel. Recuerdo su jadeo sediento, su aliento a sangre, a muerte, golpearme el olfato y los sentidos. Me di cuenta enseguida. No sólo él había caído, sino que yo también.”
-Agradece a los ojos que tienes de seguir vivo.- Dijeron en su oído, y Adán sólo sonrió con ironía. Sabiendo la mentira que tenían esas palabras.
“Lucius es un vampiro que deshonra el nombre de esas criaturas sedientas de sangre. No es uno de los hijos de Lucifer, no es un humano convertido, sino que es un vampiro que ya existe por el mero hecho de una desgracia. O de algo sin explicación. Ni él mismo sabe por qué existe, y esa es otra similitud que tenemos”
Volvió a sumergir su pluma en el tintero, casi volcándolo debido al temblor de sus manos.
“Siempre me arrepentí de haberme interesado en él. No de manera sentimental, sino carnal. Lo busqué porque su olor se quedó clavado en mis sentidos, su piel quemaba mi cuello, sus ojos relampagueaban en mi mente nada más cerrar los ojos. Lucius destruyó todo en mí, o más bien, construyó nuevas cosas, porque a partir de ese intento de asesinarme en el parque, siguió persiguiéndome, pero esta vez de una manera muy diferente. Él siempre dijo que yo era el compañero que él buscó desde que nació, cuando el tiempo no era tiempo y Dios aún no había empezado a reinar. Y yo simplemente me reía en su cara, porque yo no soy el compañero de nadie más que de mí mismo. Soy egoísta, y reconozco que lo utilicé para sobrevivir.”
Adán volvió a parar, sintiendo como le acariciaban el cabello.
“O al menos eso es lo que siempre le he dicho. Ahora mismo, lo único que me arrepiento es el de haber dejado de irrumpiera en mi “vida”. Porque por su culpa, no puedo morirme de una vez como siempre quise y me veo en la necesidad de escribir esto. Se lo dejaré, para que vea que es lo que pasaba por mi mente el día en que finalmente, este demonio vuelve al infierno. Pero esta vez, el de verdad.”
-Yo creo que más bien que te irás al purgatorio… por un tiempo.- le susurraron una vez más, pero Adán lo ignoró nuevamente.
Se levantó, ya sin ganas de seguir escribiendo. No había contado nada en realidad, y sólo se dedicó a dar sus últimas palabras pesimistas a ese mundo podrido que al fin podía abandonar de manera orgullosa. Porque el suicidio nunca formó parte de su repertorio de acciones, mucho menos desde que su vida era importante para alguien.
Dejó que le guiaran hasta su cama, recostándose con cuidado en ella, mirando sin ver al techo.
Escenas de su vida pasaron frente a sus ojos, de su vida después de haber encontrado a Lucius y de los momentos que vivieron juntos. Era un cliché de películas malas, que el protagonista recuerde momentos de su vida y se largue a llorar o se haga más fuerte, pero él lo único que hizo fue dedicarse a ver eso con un sentimiento vacío que le sorprendió de cierta manera. La muerte era algo a lo que se había asimilado desde que era niño.
-¿No crees que todo esto es irónico?- preguntó Lucius mientras se sentaba al borde del escritorio que contenía los escritos de Adán.- Morir el mismo día de tu cumpleaños…
-¿Irónico? Yo lo veo como el final perfecto. Morir el mismo día y la misma hora que el día en que nací. Es un final romántico para alguien como yo.- murmuró, cerrando sus ojos cafés y opacos. Muertos.- De lo único que me arrepiento es de haberte conocido.
Lucius sonrió, acercándose a la cama y besando la fría frente de Adán con sus labios aún más helados.
-Yo también te amo, Adán.- contestó, separándose y sonriendo ante lo que su compañero, su amante, esa persona que se había convertido en su todo no había podido decirle porque si no, no se sentiría con la suficiente fuerza como para partir.
El cuerpo que tantas noches de pasión había conocido con él, comenzó a cambiar, como si fuera una última burla inconsciente de su amante. Y Lucius no pudo más que llorar ante el hecho de volver a ver a su pareja tal cual la había conocido setenta años atrás. Alto, delgado, con la piel pálida y los labios rosados. El cabello rojo sangre pero mucho más carmín que cualquiera de esas sustancias. Sólo lamentó no poder ver sus ojos, porque los párpados estaban cerrados.
Pero Lucius se aferró como última esperanza de un desgraciado, a que Adán volvería a él, independientemente del tiempo, porque era lo que siempre habían hecho.
Uno esperar y amar. El otro querer huir sólo para volver.
Un juego eterno entre vampiro, demonio, y un humano desterrado del cielo que sólo buscaba algo que nunca podía encontrar.
EleanorNuev@ - 33 21
1
15/11/2010
Narusasu
One Piece-Durarara-KHR!
5 円
Re: Ironía -Yaoi (?)- Original
Hola! no puedo creer que nunca se me ocurriera pasar por esta seccion. Esta muy bueno el cuento (o oneshot como quieras llamarle). Segui escribiendo, en serio muy buena historia
CeltyNaruSaku Club - Sacudo, sacudo, sacudo
32 4083
405
03/06/2009
Miharu x Yoite
NaruSasu/NaruSaku
KakaSaku - KankuTen
Shizaya - 339
HoriKashi
GSN - Kuroshitsuji - Orange
7.670 円
Regalos
NS - After the war
Re: Ironía -Yaoi (?)- Original
Hola, (Es mi primera vez en esta sección)
Me encantó tu Oneshot o Cuento; Empleaste bastante bien las palabras en vez de repetirlas miles de veces (Me pasa siempre lo mismo )
Sigue escribiendo ^^
Mattanee~~
Me encantó tu Oneshot o Cuento; Empleaste bastante bien las palabras en vez de repetirlas miles de veces (Me pasa siempre lo mismo )
Sigue escribiendo ^^
Mattanee~~
EchoesPsicópata del foro - "Increible.. pero me lo comí todo" LOL
28 684
45
11/07/2011
♥ GinHiji ♥
|TouMaki | ShinAra
|DateSana| 8018
|ImaiNaru.
Yowamushi Pedal; Hakkenden ; Gintama; Sengoku Basara; Brave10; Zetsuen no Tempest
Haikyuu!!, Free 2
17.615 円
[Manga] Brave 10 S
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